La niña del pantano
¿Alguna vez se os ha quedado clavado el coche en el barro? Ya sabéis, tú vas sentada tranquilamente de copilato, cantando las canciones de Shakira a grito pelado cuando, de repente, notas que el coche no avanza ni para delante ni para atrás y que tu novio te mira con cara de: "Tranquila, que yo controlo". ¿Qué él controla?, ahí es cuando de verdad cunde el pánico.
A lo que iba, hace unas semanas me quedé atrapada en un barrizal, con un río delante y una pendiente mortal detrás. Y no sólo co mi novio, no, ¡también venían tres de sus amigos!, y para colmo de Bilbao.
Yo, como persona práctica que soy propuse llamar a la grúa, pero a ellos lo único que se les pasó por la cabeza fue intentar levantar el coche, ¡a pulso!
Ahí les ves, a los 4 buscando los puntos estratégicos para alzar el coche mientras yo me deslizaba por la ladera en busca de palos. Eso más que un salvamento parecía una lucha en el barro conmigo como principal protagonista, porque mira que me cai veces...
Lo mejor del plan es que ellos de verdad pensaban que iban a levantarlo. Así que imagináos a mis cuatro formidos bilbaínos tratando de cargar con más de 1.000 kilos y a mí, rebozada cual croqueta, esperando ese milagro para meter las ramitas bajo las ruedas.
Los pobres ilusos me llegaron a decir:"Venga, mete los palos, que ya está arriba", cuando las ruedas no habían conseguido despegarse ni un milímetro del suelo.
Ahí es cuando decidí abandonarlos y bajar hast la carretera en busca de ayuda. Pero claro, tal y como iba, ¿cómo me iban a parar? A ver quién es el valiente que monta en su coche a una mezcla de la niña de la curva con el monstruo del pantano.
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